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Recuerdos de cine

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Mis primeros recuerdos cinematográficos se remontan a una vieja televisión en blanco y negro en la que pude ver mis primeras películas. Es costoso rememorar hechos tan lejanos y borrosos, pero sí soy capaz de visualizar en mi memoria aquel robusto televisor “Iberia” de madera que estaba ubicado junto a una pared, casi enfrente de la puerta del salón contigua al sofá en el que nos sentábamos.    Nos mandaban temprano a dormir, pero algunas noches mi hermano y yo salíamos a hurtadillas de la cama y nos acomodábamos como buenamente podíamos en el suelo del pasillo, junto a la puerta del salón, donde nuestros padres no podían vernos, pero nosotros sí podíamos ver la tele a escondidas. No resultaba demasiado práctico, porque tarde o temprano mi padre o mi madre se levantaban para ir a la cocina o al cuarto de baño y nos sorprendían en flagrante delito de voyeurismo cinéfilo y éramos inmediatamente condenados y conminados, en sumarísima regañina, a volver a la cama. Vi var

La novela «Planeta Q» en PDF, descarga gratuita

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Este PDF -disponible para su descarga gratuita- contiene los siete primeros (y de momento únicos) capítulos de la novela por entregas « Planeta Q »

Confesiones de un suicida arrepentido

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Sr. Juez Aquí estoy de nuevo, señoría, redactando esta carta de madrugada, al igual que hice una madrugada hace sólo unos pocos meses. En aquella ocasión le escribía para contarle con todo lujo de detalles los motivos que me conducían a suicidarme. Usted nunca llegó a leer esa carta porque la destruí inmediatamente después de hacer un terrible ridículo al romperse el enganche en el que había sujetado la cuerda que debía servir para ahorcarme. Imagine la situación, con el cuello medio destrozado, con dificultad para respirar y dolorido por el costalazo de mis riñones contra el suelo en tan patética caída. Había puesto lo mejor de mi literatura en aquella carta, no sólo con ánimo de facilitar las pesquisas policiales, para que no buscaran asesinos que no existían, sino que también la escribí con ánimo de justificarme un poco ante el mundo, por salir de él de ese modo. Casi pedía disculpas por mi acto, pero quedaba clara en mi redacción que era para mí la menos mala

CRISTINA PUTA

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Mediados de los años setenta. Nos disponíamos a partir a la playa de vacaciones. Mis padres, hermanos, la abuela y hasta la bisabuela, todos metidos en un Seat 124. El problema siempre antes de salir es que la bisabuela se negaba a subirse al coche para hacer viajes largos. Este trayecto era desde Madrid a Alicante, así que había que inventar algo para conseguir que la anciana se montara. A mi abuela se le ocurrió decirle que salíamos a tomar café y la bisabuela accedió a subir al 124 sin protestar. Imaginen, antes de los tiempos del aire acondicionado, en pleno agosto, de día, el trayecto de Madrid a Alicante, cuando no existían aún las autovías. El caso es que la bisabuela no protestaba, raro en ella, con lo poco que le gusta subirse al coche. Al fin el cansancio vence a mi padre, que conduce, y dice que pararemos a tomar un café. Lo hacemos en Albacete, en un bar de carretera. La bisabuela se baja del coche al fin y dice: —¡Me cago en Cristina puta! ¿Y

CIUDAD SOÑADA

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El día 7 de octubre de 1912, Pasha, el hijo de la princesa Marie von Thurn und Taxis, tuvo un extraño sueño. Se lo contó al poeta Rainer Maria Rilke. En su sueño había visto una mágica ciudad, sobre un cerro pelado, una ciudad como vaciada de un molde y rodeada de muros, y sobre los muros muchas torres. El 17 de diciembre del mismo año, el poeta Rilke escribió una carta desde la ciudad de Ronda a la princesa, en la que le decía: " Estoy en Ronda desde hace una semana. Inmediatamente le envié a Pascha un par de reproducciones, por parecerme muy verosímil que el incomparable fenómeno de esta ciudad asentada sobre la mole de dos rocas cortadas a pico y separadas por el tajo estrecho y profundo del río, se correspondería muy bien con la imagen de aquella otra ciudad revelada en sueños. El espectáculo de esta ciudad es indescriptible y a su alrededor, un espacioso valle, con parcelas de cultivos, encinas y olivares. Y allá al fondo, como si hubiera recobrado todas sus fuerzas se