Confesiones de un suicida arrepentido

Sr. Juez Aquí estoy de nuevo, señoría, redactando esta carta de madrugada, al igual que hice una madrugada hace sólo unos pocos meses. En aquella ocasión le escribía para contarle con todo lujo de detalles los motivos que me conducían a suicidarme. Usted nunca llegó a leer esa carta porque la destruí inmediatamente después de hacer un terrible ridículo al romperse el enganche en el que había sujetado la cuerda que debía servir para ahorcarme. Imagine la situación, con el cuello medio destrozado, con dificultad para respirar y dolorido por el costalazo de mis riñones contra el suelo en tan patética caída. Había puesto lo mejor de mi literatura en aquella carta, no sólo con ánimo de facilitar las pesquisas policiales, para que no buscaran asesinos que no existían, sino que también la escribí con ánimo de justificarme un poco ante el mundo, por salir de él de ese modo. Casi pedía disculpas por mi acto, pero quedaba clara en mi redacción que era para mí la menos mala...