SONETO -XVIII-

Cupido me asaetó y volvíme idiota.
Maldito sea ese enano con alas
siempre portador de noticias malas,
harto venenosa era su saeta

que en seguida tornóme majareta
Todos tus bosques, generoso, talas
locos impulsos vienen como olas:
queda una estulta sonrisa en tu jeta.

Yo odio a ese serecillo alado
que me convirtió de racionalista
a patético ser descerebrado

que siempre en las nubes, obnubilado,
de cualquier buen juicio perdió la pista
cual ordenador desconfigurado.


---Óscar Maif---

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